PlayStation 2, nuestra consola favorita cumple 20 añitos. Así la conocí

Playstation 2: la segunda videoconsola de sobremesa producida por Sony, nos llegaría a Europa y resto del mundo sólo después de hacerlo el 4 de marzo del año 2000 en Japón.
Tuvimos que esperar hasta el 24 de noviembre del mismo año para por fin verla en tiendas, convirtiéndose a partir de aquel momento -casi sin darnos cuenta- en una de las consolas mejor consideradas, respetadas y longevas, además de pasar a la historia como la máquina más relevante y rentabilizada de todos los tiempos y, por consiguiente, de su generación.

Añadir leyenda (y dejo aquí el texto por defecto)

Gracias a que disponía de uno de los catálogos más impresionantes jamás vistos en una consola desde el mismo día de su salida, y por otra parte debido a su retrocompatibilidad, Playstation 2 añadía infinitas horas de ocio aunque en su contra tenía una enorme responsabilidad, haciendo honor a su marca y manteniendo su listón como referente para millones de jugadores que ya habían crecido en la generación de 32 bits.

Y vaya si lo consiguió. Hoy, en RetroNewGames, recordando y celebrando su 20º aniversario, -sin entrar en detalles técnicos ni de ventas, pues para ello hay multitud de páginas que lo hacen mejor- quiero hablaros de mi primera experiencia y acercamiento a la que, por encima de muchas otras, considero como una de las mejores máquinas de toda la historia de los videojuegos, habidas y seguramente por haber. La que para mí fue la última consola como tal.

La reina de los 128 bits.

Mi primera Playstation 2 original todavía como nueva. 

Amor a primera vista

Mi primer encuentro con Playstation 2 "alias PS2" fue, como la gran mayoría de nosotros en aquellos últimos años de la década de los noventa, a través de prensa, radio y televisión. Un hecho quizás no tan revolucionario como sí lo supuso aquella primerísima consola de Sony (la Psx), aunque sí un cambio total de paradigma en el que creímos que todo era posible sólo marcado por el límite de nuestra imaginación. Como poco, estábamos embelesados, y nada podíamos imaginar sobre lo que estaba por venir. Franquicias ya veteranas como Metal Gear Solid, Silent Hill, Resident Evil 4 y Gran Turismo 4 entre otros muchos títulos, lucían como no lo había hecho ningún videojuego de Sony en 32 bits. Lo más cerca que nunca habíamos estado de la "fotorrealidad".

Recuerdo aquellos años, personalmente convulsos, vivirlos con mucha alegría e ilusión. Si los 8, 16 y 32 bits habían cambiado mi vida en consolas, imaginad sólo por un momento cómo podía sentirme con la nueva consola de Sony y el avance hacia la siguiente generación. No sólo por los detalles técnicos que me iban llegando, sino también por las pocas imágenes y vídeos promocionales que auguraban una explosión audiovisual que superaba a todo lo que había visto con anterioridad. 

Sin embargo no sería hasta un año más tarde, a más de mil kilómetros de donde había nacido y coincidiendo con un cambio absoluto de vida, cuando por fin pude gozar en mis carnes de aquella belleza negra y consolón sin igual.

Devil May Cry fue uno de los primeros juegos que más me impresionaron dentro de su catálogo.

Por aquel entonces yo solía pasarme por casa de un amigo que, además de él, cinco eran los hermanos que tenía y todos ellos entusiastas de los videojuegos. Cada uno con la suya y donde por norma se montaba un buen guirigay. Tanto es así que, cada vez que salía a la luz un título o una máquina nueva (como ocurrió con Playstation 2), se montaban una serie de partidas multitudinarias en las que muchísima gente se apuntaba (sus amigos y los amigos de sus amigos), siendo no pocas veces hasta quince personas turnándonos de habitación en habitación. Aquello, más que una casa familiar parecía un completo salón recreativo. Menuda bacanal de vicio y diversión.

Pero si hubo un momento de los más especiales y que todavía recuerdo como si fuera el primer día, fue fue el instante exacto en el que tuve entre mis manos a aquella grandísima bestia denominada Playstation 2; la continuación de una consola magnífica a la que tantas y tantas horas dediqué y disfruté. Negra, hermosa, con el llamativo logo en relieve, pesada y voluminosa, mucho más de lo que podía creer, y con un tacto tan exquisito que denotaba superioridad absoluta y sofisticación. Su aspecto, entre otras muchas cosas, dejaba entrever la realidad de su cometido y su intención. Un salto adelante absoluto sobre la anterior generación. Sobria, seria y madura, un nuevo electrodoméstico que había llegado para quedarse y al que habría que tener en estima y consideración. Y es que además del componente lúdico, la consola podía usarse como plataforma de cine, alardeando de las capacidades de su novedoso reproductor de Dvd (con una lente que el tiempo acabaría por definir como pésima y rara es la consola que todavía funciona). Todo un acierto y un gran reclamo. 

Personalmente he de reconocer que lo que a mí realmente me atraía eran sus videojuegos.

Hace poquito alivié su lector instalando un disco duro. 

Y qué videojuegos. El primero de ellos, y que me impactó por encima de todos los demás títulos iniciales, fue el imponente Devil May Cry (que me acabaría comprando junto al primer Onimusha, disputándose si fue uno u otro quien estrenaría mi consola). Todo un portento gráfico y preciosista para la época. Un juego que me dejó con la boca abierta. Está claro que no tenía ni idea de lo que a la PS2 le quedaba por mostrar.

Tanto me alucinó aquella máquina y tanto quería atesorar sus imágenes en mi recuerdo que, mucho antes de que existiera el formato Youtube y para convencerme de mi futura compra, que grabé varias partidas de diferentes juegos en una cinta VHS que todavía conservo. Y casi un año más tarde me hice con ella estrenándome como socio en un Game.

Convencido como estaba de que aquella nueva adquisición no me iba a decepcionar (y ciertamente nunca lo hizo), desdeñé otras opciones a pesar de que Xbox y GameCube acababan de llegar. Tenía una fantástica Dreamcast que me había comprado al poco de su salida (de segunda mano y con una pequeña colección de juegos), pero lo que yo quería sobre todas las cosas en mi vida era una Playstation 2. Si la anterior PSX se había convertido en una de mis consolas más queridas y disfrutadas, lo único que cabía esperar con su sucesora era más de lo mismo pero muchísimo mejor. 

Onimusha, Metal Gear Solid 2, Silent Hill 2, Colin McRae 3 y Gran Turismo 4, fueron sólo algunos de los primeros juegos que acabaron en mi poder nada más inaugurar mi nuevo piso de alquiler recién estrenado. En pantalla de tubo: una Funai negra (creo) de tamaño medio. Añadiendo más tarde otros imprescindibles como Las Dos Torres o Resident Evil 4, títulos todos ellos que lo único que hacían era acrecentar mi interés por el catálogo de la consola con absoluta curiosidad. Yo, usuario y jugador como ya era de Pc con los clásicos y que había hecho casi de todo en informática (creando mods, mapas, y algún que otro proyecto más serio en cuanto a diseño 3D y programación), sucumbía sin remedio a las excelencias de Ps2. No sé si por hallarme en aquel momento a muchos kilómetros de mi patria o por no haberme llevado nada más que lo puesto, pero Playstation 2 relegó a todo lo demás para ayudarme a superar y gozar de los momentos de más soledad (con permiso de Dreamcast). De aquel tiempo conservo tanto mandos como memoria originales, aunque uno de los primeros clónicos con los que me hice tiempo para darle batalla, tristemente y no hace demasiado, se estropeó. 

Sin duda, la última consola como tal; permitiéndote jugar jugar cómo y cuando querías, sin drm y sin la necesidad de una conexión a internet. Libertad absoluta. Eso que ahora ya no se lleva. Sin más.

Ps2 fat y Slim. 

20 años después, homenajeando su cumpleaños, cuesta creer todos los buenos momentos que me ha dado esta máquina. Y es que una consola no muere hasta que la guardas para siempre en un cajón y por suerte todavía tengo muchos títulos por terminar. Aún luce como nueva en una de mis estanterías junto a otra Fat que un día dieron por muerta y otra slim (variante más pequeña que la original que compré de segunda mano para cuando me iba de viaje). Todas ellas funcionando en perfectas condiciones y que pertenecen a un pasado ya lejano en el que creíamos tener todo el futuro en nuestras manos y la eterna juventud. Otro tiempo, otro lugar, cuando todavía en los foros no había tanta basura y odio, y jugar aún era sinónimo de compañerismo, rivalidad sana y diversión. Unidos por una misma causa, unidos por una misma afición: el videojuego. Sin que a ninguno de nosotros nos importase el gusto de otros o su plataforma preferida. 

Evidentemente era la consola menos potente de su generación, pero destacando por encima del resto gracias a la variedad de su catálogo y calidad. La consola más vendida de su momento, donde los logros realmente eran difíciles. Disfruté cada uno de los títulos con los que me hice (hasta el momento es la colección más grande que tengo sin contar la de Pc) y todavía hoy tengo muchos por terminar. En mis manos está viviendo una segunda juventud. 

Hace no mucho alivié su lente instalándole un disco duro instalándole FreeMcBoot. 

Gracias por mucho, y por casi todo durante una gran parte de mi vida, Playstation 2.

Entradas dedicadas a Playstation 2.